A comienzos de la década de 2010, una época en la que el torture porn reinaba en el cine de terror, Tucker & Dale se atrevía a devolverle su prestigio al gore burlesco, haciendo brotar la risa del mismísimo corazón de las entrañas humeantes. Armado con un amor sincero por el género, Eli Craig firma una reinterpretación humorística y meta de los códigos bien establecidos del slasher y del survival, reinventándolos con un toque de slapstick. Aquí, los arquetipos se invierten: los dos rednecks que parecen salidos de una pesadilla tejana resultan ser en realidad dos tipos ingenuos, tomados por error como asesinos sádicos por un grupo de estudiantes histéricos. Entre homenajes y giros ingeniosos, el futuro director de La Noche de los Payasos desactiva con brillantez los clichés del género, así como los de una América binaria. Al invocar La matanza de Texas, Deliverance e incluso Fargo, Craig construye una sátira jubilosa y certera sobre el miedo al “otro”, un miedo a menudo infundado e ignorante.