Bajo su efervescencia sangrienta y su (muy hermosa) apariencia de serie B, este Maniac en versión femenina traza un retrato triste y conmovedor de una mujer terriblemente sola, sin nadie que pueda contener sus demonios. Una melancolía latente impregna cada rincón de la película, desde la interpretación sutil y llena de emoción de Najarra Townsend hasta el sublime tema principal.