Este pequeño y brillante slasher de 1992 adopta la forma de un infernal retablo analógico bañado en una atmósfera de pesadilla febril (que recuerda a Videodrome y a gran parte del cine de David Lynch). Es tan inquietante como fascinante la exploración de una psicosis asesina obsesiva, la de Henry Pinkle, un hombre que da un severo vuelco a la situación cuando se entera de que su programa de televisión favorito ha sido cancelado. Le siguen las tribulaciones asesinas del "asesino de la cara de bebé" y su ración de sangrientas escenas perturbadoras (el acecho junto a la cama...).
