Primer largometraje de Adam O’Brien (ya bien experimentado en el terreno del cortometraje de terror), MOM es un slow burn oscuro y nihilista sobre las angustias postnatales. Un drama conmovedor sobre la presión materna, la soledad rodeada y la depresión, que al mismo tiempo es una verdadera película de terror cuya ansiedad se nutre del tratamiento de sus temáticas complejas. Aquí, el miedo no proviene de un monstruo escondido en la sombra, sino del cuerpo y de la mente de una mujer al borde del colapso. O’Brien filma la desintegración psíquica con un tacto asfixiante, hasta difuminar la frontera entre la realidad y la pesadilla. Emily Hampshire ofrece una interpretación desgarradora: mirada vacía, gestos mecánicos, voz quebrada… Estremece en la piel de esta madre exhausta e incomprendida, cuya desesperación se convierte en el terreno fértil de un horror insidioso, íntimo y profundamente humano.
